La Tierra de Alba, a la que pertenece Manzanal del Barco, está entre las zonas deprimidas de la
provincia de Zamora, tanto desde el punto de vista económico
como demográfico. Los condicionantes del medio físico son en
gran medida responsables de la marginalidad que sufre esta
región, pero no son los únicos. El alejamiento de los
núcleos de actividad provinciales y regionales, unido a la
deficiencia de las vías de comunicación, le dan ese
tradicional aspecto de abandono y aislamiento.
El censo de la población durante este siglo a marcado las dos etapas
diferenciadas del siglo pasado, cuyo punto de álgido se sitúa a mediados de
este siglo.
En efecto, desde principios hasta mediados de siglo las
características propias del territorio condicionan un
crecimiento lento, aunque más o menos continuado. Pero la
década de los cincuenta marca el comienzo de un movimiento
migratorio que, pasados algunos años, ha significado un
verdadero éxodo rural. Debido a este fenómeno la población
decae bruscamente, cerrando las posibilidades de crecimiento
vegetativo al disminuir las tasas de natalidad por el rápido
incremento del índice de envejecimiento.
La densidad de población ha descendido en algunos municipios
como Videmala desde los 29.7 hab/km2 en 1950
hasta los 9,6 hab/km2 en 1991.
Como consecuencia de los antecedentes históricos de la
comarca, la estructura de la población, presenta una
pirámide tendente hacia los grupos de mayor edad, en la que
los mayores de cincuenta años sobrepasan el 50%. Ello
implica la existencia de un fuerte déficit censal en los
estratos comprendidos entre los treinta y cincuenta años,
correspondiente al período de éxodo rural. El desequilibrio
entre hombres y mujeres es patente en este período con una
caída de la natalidad que hace peligrar seriamente la
estabilidad de las poblaciones.
En general, se trata de poblaciones que necesitan una
reactivación y dinamización desde fuera y en breve plazo, ya
que la estructura actual genera una retroalimentación muy
negativa que en pocos años puede acabar con ellas lo que
acarrearía la perdida del auténtico motor modelador de un
paisaje que guarda un patrimonio cultural único y casi
desaparecido en la mayoría de los ámbitos rurales de nuestro
país. |